XXI; DE LA ISLA CYRIL | *ALFRED JARRY

A Marcel Schwob

                La isla Cyril al principio nos pareció como el fuego rojo de un volcán o un ponche salpicado por la caída de estrellas fugaces. Luego vimos que era móvil, acorazada y cuadrangular, con una hélice en cada uno de sus ángulos, al extremo de los cuatro semidiagonales de ejes independientes, que le imponían todas las direcciones. Cuando una bala de cañón arrancó a Bosse-de-Nage la oreja derecha y cuatro dientes, supimos que nos hallábamos a la distancia de un tiro de cañón de la isla.

«¡Ha, ha!» —balbuceó el papión, pero un cilindro-cono de acero sobre su apófisis zigomática izquierda hizo desandar camino a su tercera palabra. Y sin esperar más amplia respuesta, la isla cinética izó la calavera y las tibias y Faustroll izó el pabellón de la Gran Panza.

Luego de esos saludos, el doctor bebió gin alegremente con el capitán Kid y logró disuadirlo de incendiar el as (el cual, a pesar de su barnizado de parafina, era incombustible) y de colgarnos, a Bosse-de-Nage y a mí de la gran verga, pues el as no tenía gran verga.

Nos pusimos de acuerdo, pescamos monos en un río ante el desmandibulado horror de Bosse-de-Nage, y visitamos el interior de la isla.

Como el resplandor rojo del volcán llega a cegar, se termina por ver sólo una oscuridad sin reflejos, pero, para seguir la opaca ondulación de la lava deslumbrante, hay niños que recorren la isla provistos de lámparas. Nacen y mueren sin edad entre los restos de las lanchas apolilladas, al borde de una corriente verde botella. Los veladores yerran a la manera de cangrejos glaucos y rosas; y en las tierras más alejadas, donde nos refugiamos apresuradamente a causa de las bestias marinas que devastan las arenas del reflujo, duermen sus sombrillas color de tiempo. Las lámparas y el volcán exhalan una luz lívida, como el farol de la barca de los limbos.

Después de beber, el capitán, regocijado con su bigote curvo, con el cálamo de su cimitarra de abordaje y una tinta mezcla de pólvora y gin, tatuó en la frente de nuestro grumete de económicos discursos; estas palabras azules: BOSSE-DE-NAGE, CINOCÉFALO PAPIÓN; y volvió a encender su pipa en la lava y ordenó a los niños-luciérnagas que escoltaran al as hasta la costa. …y el adiós de las palabras de Kid y de las sombrías luces como medusas de esmeralda.

*ALFRED JARRY

#3 *DERBI | ene19

con la participación (*usurpada) de *FRANCISCO DE GOYA; JJ; *JUAN ABARCA; LORENZO CARLINI; *EUGÈNE IONESCO; PABLO LAVILLA; CABEZADEDOLOR; *HENRY MORTON STANLEY; *RAYMOND QUENEAU; *JULIO CORTÁZAR; LA INFAMIA; ILUSTRE MANDARINA; LUPITA DINGUE; *ALFRED JARRY; MIGUEL DE CERDESPUÉS; *LUIGI PIRANDELLO; *VINCENT VAN GOGH; NOELIA C. BUENO; CLARA QUINTANA SILVA; *FRANÇOIS RABELAIS; *GUSTAVE DORÉ; *ALBERT CAMUS; MIGUELO GUARDIOLA; *HUNTER S. THOMPSON; *RALPH STEADMAN; UN QUÍDAM CONTINGENTE Y NECESARIO & LOS MONOS ESPACIALES DE INDUSTRIAS CLINAMEN

COSTUMBRES DE LOS AHOGADOS | ALFRED JARRY

Hemos tenido ocasión de entablar relaciones bastantes íntimas con estos interesantes borrachos perdidos del acuatísmo. Según nuestras observaciones, un ahogado no es un hombre fallecido por sumersión, contra lo que tiende a acreditar la opinión común. Es un ser aparte, de hábitos especiales y que se adaptaría a las mil maravillas a su medio si se lo dejase residir un tiempo razonable. Es notable que se conserven mejor en el agua que expuestos al aire. Sus costumbres son extrañas y, aunque ellos gustan de desempeñarse en el mismo elemento que los peces, son diametralmente opuestas a la de éstos, si se permite expresarnos así. En efecto, mientras los peces, como es sabido, navegan remontando la corriente, es decir en el sentido que exige más de sus energías, las víctimas de la funesta pasión del acuatísmo se abandonan a la corriente del agua como si hubieran perdido toda energía, en una perezosa indolencia. Su actividad sólo se manifiesta por medio de movimientos de cabeza, reverencias, zalemas, medias vueltas y otros gestos corteses que dirigen con afecto a los hombres terrestres. En nuestra opinión, estas demostraciones no tienen ningún alcance sociológico: sólo hay que ver en ellas las convulsiones inconscientes de un borracho o el juego de un animal.

El ahogado señala su presencia, como la anguila, por la aparición de burbujas en la superficie del agua. Se los captura con arpones, lo mismo que a las anguilas; el uso de garlitos o líneas de fondo resulta a este efecto menos provechoso.

En cuanto a las burbujas, se puede caer en el error por la gesticulación desconsiderada de un simple ser humano que sólo se halla en el estado de ahogado provisorio. En este caso, el ser humano no es en extremo peligroso y en todo comparable como lo hemos dicho más arriba, a un borracho perdido. La filantropía y la prudencia exigen distinguir dos fases en su salvamento: 1) la exhortación a la calma; 2) el salvamento propiamente dicho. La primera operación, imprescindible, se efectúa muy bien por medio de un arma de fuego, pero hay que estar familiarizado con las leyes de la refracción; en la mayoría de los casos, basta con un golpe de remo. Sólo queda ―segunda fase― capturar al objeto por el mismo método que a un ahogado ordinario.

Es raro que los ahogados se desplacen formando bancos, a la manera de los peces. De ello se puede inferir que sus ciencias sociales son aún embrionarias, a menos que se juzgue más simple suponer que su combatividad y valor guerrero es inferior al de los peces. Es por ello que éstos se comen a aquellos.

Estamos en condición de probar que hay un solo punto en común entre los ahogados y los demás animales acuáticos; desovan como los peces, aunque sus órganos reproductores, para el observador superficial, parezcan conformados como los de los humanos. Desovan, a pesar de esta grave objeción: ninguna ordenanza de la prefectura protege su reproducción por la veda momentánea de su pesca.

Corrientemente, un ahogado se vende a 25 francos en el mercado de la mayoría de los departamentos, constituyendo una fructífera y honesta fuente de recursos para la población ribereña. Sería pues de interés patriótico fomentar su reproducción; de lo contrario, a falta de esa medida, sería grave la tentación, para el ciudadano ribereño y pobre, de fabricar ahogados artificiales, igualmente merecedores de la prima, por medio del maquillaje por vía húmeda de otros ciudadanos vivos.

El ahogado macho, en la estación del desove, que dura casi todo el año, se pasea en su desovadora, descendiendo como de costumbre la corriente, la cabeza hacia adelante, la cintura levantada, las manos, los órganos de desove y los pies meneándose sobre el agua. Permanece de buen grado balanceándose entre las hierbas. Su hembra también desciende la corriente, con la cabeza y las piernas volcadas hacia atrás y el vientre al aire.

Así es la vida.

ALFRED JARRY

FOTO:ESPUTOVERDE*ALBEROBELLO

#1 *KIPPEL | nov17

 

con la colaboración [*involuntaria] de ESPUTOVERDE; UN QUÍDAM KIPPELIZADO & SÚPERESTANDAR; LUPITA DINGUE; *JULIO CORTÁZAR; LA TRIPULACIÓN DE MILTON MALONE; COLOR; ROBBIE RAMONE; MARK ÁVILA; GEMA FERNÁNDEZ; *FEDERICO GARCÍA LORCA; PABLO P. LAVILLA; THOSLEAF; *ALFRED JARRY; BÁRBARA CADÓRNIGA; PABLO LAVILLA; VITI; *ANTONIO TABUCCHI; ANDREA ANGELINA; ASTOR; MARINA J. PILA; MIGUELO GUARDIOLA y los monos espaciales de industrias CLINAMEN en el departamento de maquetación y costura.


DISPONIBLE EN DIFERENTES CROMALIDADES: