FRAGMENTO DE ‘LOS MACERABLES’ | VICTAR HUGO + CABEZADEDOLOR

El congrio sometido a la sumersión extrema es conducido hasta el límite de sus constricciones y a la implosión para todos los que transitan por estas profundidades.

Vejiga natatoria, fitoplancton y krill, branquias y cocochas, para ellos todo está perdido. La salinidad del agua se funde con la arena y un feo fango entra en sus hígados; y en medio de este limo el congrio se aprovecha de la debilidad de los moluscos y otros pescados y los fuerza a la ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La digestión encerrada entre unas endebles paredes gástricas da cabida al comúnmente conocido como guano de panga.

Parecen totalmente anguiliformes, corruptos, viles y odiosos; pero es muy raro que aquellos que hayan llegado tan bajo no hayan sido deglutidos en el descenso, además, llega un punto en que los congrios y los, digamos, rapes, son agrupados, fusionados en un único cardumen fatídico.

Ellos son “Los Macerables”, los condrictios, los peces flacos.

VICTAR HUGO

CABEZADEDOLOR

LA MEZCLA | *OLIVERIO GIRONDO

No sólo

el fofo fondo

los ebrios lechos légamos telúricos entre fanales senos

y sus líquenes

no sólo el solicroo

las prefugas

lo impar ido

el ahonde

el tacto incauto solo

los acordes abismos de los órganos sacros del orgasmo

el gusto al riesgo en brote

al rito negro al alba con su esperezo lleno de gorriones

ni tampoco el regosto

los suspiritos sólo

ni el fortuito dial sino

o los autosondeos en pleno plexo trópico

ni las exellas menos ni el endédalo

sino la viva mezcla

la total mezcla plena

la pura impura mezcla que me merme los machimbres el almamasa tensa las tercas hembras tuercas

la mezcla

la mezcla con que adherí mis puentes

OLIVERIO GIRONDO

PLACERES SINGULARES | *HARRY MATTHEWS + CABEZADEDOLOR

CABEZADEDOLOR

El más grande masturbador del mundo vive en Budapest y se masturba todas las noches apenas vuelve a su casa, excepto los domingos y los feriados. Miembro del Politburó del Partido comunista de Hungría, habita un gran departamento. Tiene sesenta y cinco años, una robusta salud y un temperamento optimista. Al término de cada dura jornada laboral se dirige a su oficina donde ha colocado una inmensa alfombra, de seis metros por seis, cuyo dibujo es un mapa del mundo. En el centro de ese mapa está Hungría, más exactamente Budapest. Y más exactamente él mismo. Allí es donde él se coloca para observar como su esperma cae sobre el planisferio. Al hacerlo ríe abiertamente, pensando en todos los húngaros que están allí donde su esperma ha caído: húngaros que en ese mismo instante recorren universidades, empresas, bancos… Hoy Budapest, mañana el mundo. Y será un mundo mejor.

HARRY MATTHEWS

LA PREOCUPACIÓN DEL PADRE DE FAMILIA | *FRANZ KAFKA + CABEZADEDOLOR

Unos dicen que la palabra Odradek proviene del eslavo e intentan, basándose en ello, documentar su formación. Otros, en cambio, opinan que procede del alemán y sólo recibió influencia del eslavo. No obstante, la imprecisión de ambas interpretaciones permite deducir con razón que ninguna es cierta, sobre todo porque con ninguna de las dos puede encontrarse un sentido a la palabra.

Claro está que nadie se entregaría a semejantes estudios si no existiera de verdad un ser llamado Odradek. A primera vista se asemeja a un carrete de hilo plano y en forma de estrella, y, de hecho, también parece que estuviera recubierto de hilo; aunque a decir verdad sólo podría tratarse de trozos de hilo viejos y rotos, de los más diversos tipos y colores, anudados entre sí, pero también inextricablemente entreverados. Pero no es tan solo un carrete, sino que del centro de la estrella surge una pequeña varilla transversal a la cual se une otra en ángulo recto. Con ayuda de esta última varilla a uno de los lados, y de una de las puntas de la estrella al otro, el conjunto puede mantenerse erguido como sobre dos patas.

Uno sentiría la tentación de creer que este artilugio pudo tener en otro tiempo una forma funcional y ahora está simplemente roto. Mas no parece ser este el caso; por lo menos no hay nada que lo demuestre; en ningún punto se ven añadidos ni fracturas que apunten a algo semejante; el conjunto parece, es verdad, carente de sentido, pero también perfecto en su género. Más detalles no se pueden decir sobre el particular, pues Odradek posee una movilidad extraordinaria y no se deja atrapar.

Se instala por turno en el desván, en la caja de la escalera, en los pasillos o en el vestíbulo. A veces no se deja ver durante meses; seguro que se ha trasladado a otras casas; aunque acaba volviendo infaliblemente a la nuestra. Algunas veces, cuando uno va a salir y se lo encuentra abajo, apoyado en la barandilla de la escalera, siente ganas de hablarle. Claro está que no le hace preguntas difíciles, sino que lo trata —sus minúsculas dimensiones invitan a hacerlo— como a un niño. «¿Cómo te llamas?», le pregunta uno. «Odradek», dice. «¿Y dónde vives?» «Domicilio indeterminado», dice, y se ríe; pero es sólo una risa como la que puede producir alguien sin pulmones. Suena más o menos como un crujir de hojas caídas. Y así suele concluir la conversación. Además, ni siquiera estas respuestas pueden obtenerse siempre; a menudo permanece mudo largo tiempo, como la madera la que parece estar hecho.

En vano me pregunto qué sucederá con él. ¿Podrá morir? Todo lo que muere ha tenido antes una especie de objetivo, una especie de actividad que lo ha desgastado; esto no puede aplicarse a Odradek. ¿Seguirá, pues, rondando en un futuro escaleras abajo con su cola de hilos sueltos a los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? Es evidente que no hace daño a nadie; pero la idea de que pueda sobrevivirme me resulta casi dolorosa.

*FRANZ KAFKA

CABEZADEDOLOR