me moriré de un cáncer de esqueleto, seguro
será una tarde horrenda
clara, templada, perfumada, sensual
moriré de una extraña podredumbre
de ciertas células muy poco estudiadas
de una pierna arrancada por la rata gigante
de un agujero negro
moriré de un sinfín de pequeñas cortaduras
o porque el cielo se me habrá caído encima
roto como un gran vidrio
moriré de un grito de alarma
que me reventará el tímpano
de heridas sordas moriré, si no
infligidas a las dos o las tres de la mañana
por asesinos calvos e indecisos
sin darme cuenta moriré
de que me muero, moriré
bajo los restos secos del derrumbamiento
de una torre de mil metros de algodón
o ahogado en un cambio de aceite de motor
pisoteado por monstruos indiferentes
y después por otros monstruos diferentes
y moriré desnudo, o vestido de púrpura
o cosido en un saco con hojas de afeitar
acaso muera despreocupadamente
pintándome las uñas de los pies
y con lágrimas a manos llenas, oh
sí, con lágrimas a manos llenas
me moriré cuando despeguen
mis párpados bajo un sol furioso
cuando a mi oído murmuren lentamente
las peores maldades
me moriré de ver torturar a los niños
y a hombres lívidos que miran boquiabiertos
roído vivo moriré, hasta el hueso
por gusanos en fila como versos
con las manos atadas bajo una catarata
en un triste incendio acabaré abrasado
me moriré un poco, quizá mucho
sin apasionamiento, pero con interés
y, finalmente, cuando todo acabe
me moriré
*BORIS VIAN
[sin embargo, el sátrapa transcendente y promotor insigne de la orden de la gran gidouille, también aficionado a otros menesteres como, por ejemplo, la trompeta, no se murió de ningún cáncer, y mucho menos de esqueleto, sino de un infarto del suyo cardio. sucedió un mil novecientos cincuenta y nueve por la mañana, en la sala de cine le petit marbeauf de parís, durante el preesteno de la adaptación fílmica de su novela de mil novecientos cuarenta y seis «escupiré sobre vuestra tumba«, firmada bajo el seudónimo de vernon sullivan. acudió a le petit marbeauf de incógnito, unas gafas con mostacho y un sombrero tal que así, por su mala relación con michel gast, el director de la película. se dice que, siendo boris encargado del guion, entró en disputa con gast y casi se dan de tortas (hay quien asegura que llegaron a las dagas y que incluso voló algún que otro dardo de ballesta), quedando vian fuera del proyecto cinematográfico. sipro, la productora, y michel gast aseguran que boris fue despedido; mientras que boris insiste en que fue él el que dimitió. de todas formas, ese junioveintitrés por la mañana, a boris vian le mordió la curiosidad de saber si habían puesto su nombre en los créditos, la cosa es que nunca llegó a verlos.]