COSQUILLAS | ANDREA ANGELINA

Me ha sorprendido,

¿Habrá cosa más seria,

Que pudiera dejaros con los ojos tan abiertos y la boca tan chica?

Veis la noticia, como un vaticinio,

Como una tragicomedia.

Tan poca verdad, tan mal invertida.

La cabeza me sirve de comida,

A lo fideo chino.

Desparramada, caída libre.

Aprobando la subsistencia, satisfecha entre tanta selva, tanta soga.

Dándome caprichos así,

Que no pasan todos los días, se masca la tragedia.

¿Tú de quién eres?

¿De dónde te has escapado que me pilla aquí perdía?

Inventando teorías que cambien la historia,

Y aún estando tranquila.

ANDREA ANGELINA

SITUACIÓN Nº19 | ANDREA ANGELINA

Vaya si me atraganté con el suspiro aquel…

Allá por 1992, y de repente 2020. Crisis, qué cosas, otro siglo.

Entonces, caminando a través de dunas mentales, nos encontré.

Estábamos sentados mirando las estrellas. Buscando la más brillante.

Entre flores azules que abrían y cerraban sus pétalos, parpadeando perplejas.

Compartíamos una guitarra como si fuera una fruta en medio del desierto.

Y cuando me tocó cantar a mí, la verdad es que me olvidé de la letra.

Y tenía tantas ganas, y lo tenía tan tatuado…

Disgustada, aunque emocionada, de dar un sentido rápido, siempre rápido, como la M-30.

Lo mandé todo al carajo.

Tantos días encerrada procurando ordenar.

Procurando hacer limpieza de años pasados…

Y es que lo mandé todo al carajo.

Me despisté de mi enojo, de esa lágrima, con un nacimiento nuevo y repentino.

Había que romper el suelo. Nunca no era nada, tenía que ser ahora.

Porque no hay parte de mí que quiera morir en la ignorancia.

Quizás sea esta la maldición o el obsequio difícil de disfrutar.

El caso es que lo llevo cargando, y de eso hace ya unas cuantas vidas atrás.

No lo creía, pero había que arder.

Estamos en ésa revuelta, asustados de mortalidad premeditada.

Viendo el planeta desde arriba a lo proyección astral.

Disfrutándonos sobre un campo azul sin que sea ilegal…

Buscando astros luminosos, compartiendo una cerveza,

Parpadeando los pétalos, rompiendo el suelo.

Naciendo de nuevo.

ANDREA ANGELINA

POR ENCIMA NO HAY NADA | SARA G.R.

(Dos mujeres en un espacio vacío excepto por unas cachimbas y unos cojines. Ambas tumbadas sobre ellos. Fuman)

MUJER 1— Fíjate en el humo que arde.

MUJER 2— ¿Qué humo?

MUJER 1— El que aún no ha salido de mi boca.

(La Mujer 1 da una calada y la Mujer 2 se aproxima hacia su boca, intenta abrírsela y mirar dentro)

MUJER 2— Sigo sin ver nada.

MUJER 1— Aparta. No sabes pillar una metáfora, ¿eh?

MUJER 2— Tal vez si no hubieras vendido mi caña de pescar podría pillar alguna, pero claro, lo de siempre…

MUJER 1— ¿Lo de siempre?

MUJER 2— Lo de siempre. Una caca.

(Se santigua)

MUJER 1— …una caca…

MUJER 2— ¡Una caca! (Se santigua) Oye, ¿por qué ahora repites todo lo que digo?

MUJER 1— ¿Que repito todo lo que dices?

MUJER 2— Mira, paso de ti. Deja que me relaje. Necesito paz, tranquilidad, un perfecto y estable estado zen, la elevación del alma por encima de… bueno, de todo.

MUJER 1— De la caca.

MUJER 2— ¿Qué?

MUJER 1— Por encima de la caca.

MUJER 2— (Repentina y extremadamente seria) No hay nada por encima de la caca. (Se santigua)

MUJER 1— Querrás decir que no hay nada POR DEBAJO de la caca.

MUJER 2— Quiero decir lo que digo. Con la caca (Se santigua) no se juega, amiga.

MUJER 1— Eso no te lo discuto, no me apetecería meter la mano ahí.

(La Mujer 2 taladra con la mirada a la Mujer 1. Ésta vuelve a fumar incómoda. Silencio largo)

MUJER 1— Pero… el culo, mismamente.

MUJER 2— ¿Cómo?

MUJER 1— El culo. El culo está por encima de la caca. Sieeempre.

(La Mujer 2 deja la cachimba a un lado y se levanta)

MUJER 2— ¿De verdad vas a hacerme decirlo?

MUJER 1— (Sorprendida) ¿Decir qué?

MUJER 2— Sabes que no deberíamos.

MUJER 1— No sé de qué coño estás hablando, pero si es algo que no debe hacerse, yo siempre estaré a favor de hacerlo. Así que venga, ¿qué? Dilo.

(La Mujer 2 da vueltas por el espacio, inquieta. De repente, frena)

MUJER 2— Se va a enfadar. Mucho.

MUJER 1— ¿Quién?

MUJER 2— (haciendo un gesto hacia arriba) Ya sabes quién.

(La Mujer  1 mira hacia  arriba. Duda)

MUJER 1— ¿Las gaviotas?

MUJER 2— Las gaviotas… joder…

MUJER 1— (Sonriendo) ¡Eh, ¿quién repite ahora lo que digo?! Mola, ¿eh?…

MUJER 2— (Agitada) Mira… voy a decirlo. Pero la responsabilidad será mutua.

MUJER 1— Venga. ¿Quieres que hagamos un pacto? ¿Que nos cortemos un poco las palmas de las manos y mezclemos la sangre o algo así? Ay, rollo “Jóvenes y brujas”… no lo había pensado, pero siempre quise hacer esa mierda.

MUJER 2— ¡No… mentes la mierda en vano!

MUJER 1— ¿Pero qué cojones te pasa a ti con la mierda?

MUJER 2— (Explotando) ¡¡Me pasa que Dios es caca!! ¡¡Mierda, hez, excremento, deposición!!

¡¡UNA GRAN BOÑIGA!!

(Silencio)

MUJER 1— Bueno, a ver, que yo soy atea, pero tampoco hay que ensañarse…

MUJER 2— ¡¿No te acuerdas?! ¡¿En serio?! ¿La aparición? ¿En el callejón?

(La Mujer 1 se queda pensativa)

MUJER 1— Ahh, el callejón…

(Flashback. Las mujeres se ponen abrigos. Caminan)

MUJER 1— No creo que sea por aquí.

MUJER 2— Cada vez huele peor. Según el pergamino tiene que estar aquí mismo.

MUJER 1— ¿Pero de verdad crees que Dios…?

(Una potentísima luz las ilumina frontalmente de repente. Ellas caen de rodillas)

MUJER 2— (Extasiada)  ¡Qué maravi…!

MUJER 1— ¡…mal huele joder!

VOZ EN OFF: SOY DIOS. OS CONCE- DERÉ UN DESEO O UNA RESPUESTA. HABLAD.

MUJER 2— Oh, eh… Caca… Suprema, ¡por favor, ¿cuál es el sentido de la…?!

MUJER 1— (Riendo y tapándose la nariz) ¡Oh, un fumadero de opio o algo que tape este olor, por Dios!

VOZ EN OFF: CONCEDIDO.

(Actualidad. Las mujeres se quitan los abrigos. Se miran)

MUJER 1— Ya me acuerdo.

(Silencio. Caen sobre los cojines de nuevo. Se miran fijamente)

MUJER 1— Pues vaya bajón.

MUJER 2— Vaya bajón, sí…

(Fuman)

SARA G.R.

TÍO Y TRONCO

Tío y tronco están sentados en una terraza, según nos acercamos alcanzamos a oír esta conversación:

 

_No sé, tío, yo había planeado el fin tan diferente…Esperaba dolor, emociones irrefrenables, un escalofrío que me alarmarse, los vellos de mi espalda erizados, tiesos como clavos. Esperaba recordar, en unos instantes eternos, todas las caras de aquellos que alguna vez quise. Y la paz. ¡Ah! Esa paz tremebunda de sentir que me estaba uniendo de nuevo con los que se me habían escapado. Esperaba vagar cuando fuera un ente y disfrutar viendo a los vivos, con la nostalgia sana del que ha hollado todos los rincones del más allá, del más acá y se siente equilibrado con todos los mundos. No es que me esperara precisamente morir en una ciénaga, en un inmundo cenicero, en el retrete más asqueroso de Cimavilla. Pero da igual, lo preferiría. Tampoco tengo nada de eso. ¿Lo entiendes, tío?

—No. ¡Joder! Claro que no. ¿De qué mierda hablas, tronco?

_¡De ninguna! ¿Acaso no lo ves? Es eso a lo que me refiero. No hay nada, no hay mierda, ni lo contrario a mierda, mmm, caviar. ¡Yo qué sé! Da igual. Lo que digo es que no podemos sufrir, ni podemos disfrutar nada que no haya sido concebido en una de esas estúpidas series o películas. Se nos ha robado nuestro derecho a vivir sin sabernos representados. ¿No te parece insultante?

—No. ¿Por qué a ti sí? O sea, tú consumes todos esos productos. ¿Crees que tu felicidad pasaría por ignorar esas historias? ¿Crees que eran menos miserables lo que solo tenían en frente la oscuridad o las hogueras?¿Qué no estaban vacíos?

_¡Pues claro! Este es nuestro bello infierno. Hemos cogido el fuego del infierno, y después de apagarlo hemos llenado todo de confetti, puesto luces LED, carteles, lo hemos digitalizado, streameado, lo hemos coloreado o fotografiado a través de un filtro valencia, pero en el fondo tenemos el mismo infierno, pero nosotros no podemos sufrirlo ni disfrutarlo, solo padecerlo.

—Ah, ya. Esa cita que tanto te gustaba, ¿no?. ¿Cómo era?

_«Incluso cuando huyen del infierno, los hombres no lo abandonan sino para reconstruirlo en otra parte»

—Esa. Bueno, pues yo creo que lo has logrado.

_¿Qué?

—Estás sufriendo. ¿No es eso lo que querías?

_No sufro. Sólo digo lo que veo. No soy capaz de sentirlo.

—Pero tronco, todo lo comparas al infierno, ¿acaso éste no es el devenir lugar del sufrimiento? Al infierno que tú mencionas hay quien lo llamaría limbo.

_Está bien, si quieres será nuestro bello limbo.

—Pues vaya una mierda.

—¿Por la mierda?

_Por la mierda.

 

Tío y tronco apuran sus cañones y se acercan a la barra a pedir un par más, mientras tanto, en todas partes, el infierno sigue transcurriendo.

HERMENÉUTICA DE LOS INODOROS | *SLAVOJ ŽIŽEK

(…) El triángulo semiótico de preparación alimentos (crudos, horneados, hervidos) de Claude Lévi-Strauss demostró cómo la comida también sirve como «alimento para el pensamiento». Probablemente todos recordamos la escena de El fantasma de la libertad de Luis Buñuel (1974) en la que las relaciones entre comer y excretar se invierten: las personas se sientan en sus inodoros alrededor de la mesa, hablan agradablemente y, cuando quieren comer, le preguntan en silencio al ama de llaves: «¿Dónde está ese lugar? Ya sabes…» Y escabullirse a una pequeña habitación en la parte de atrás. Entonces, como suplemento a Lévi-Strauss, uno está tentado a proponer que la mierda también puede servir como una matière à penser: ¿No forman los tres tipos básicos de inodoros una especie de contrapunto correlativo excremental al triángulo culinario levistraussiano? En un baño tradicional alemán, el agujero en el que la mierda desaparece después de tirar de la cadena está delante, de modo que la mierda se coloca primero para que la olfateemos y la inspeccionemos en busca de trazas de alguna enfermedad; en el típico baño francés, por el contrario, el agujero está en la parte posterior, es decir, se supone que la mierda desaparecerá lo antes posible; finalmente, el inodoro estadounidense presenta una especie de síntesis, una mediación entre estos dos polos opuestos: el inodoro está lleno de agua, de modo que la mierda flota en él, visible, pero no para ser inspeccionado… No es de extrañar que, en la famosa discusión de diferentes inodoros europeos al comienzo de su medio olvidado Miedo a volar, Erica Jong afirme burlonamente que «los inodoros alemanes son realmente la clave de los horrores del Tercer Reich. Las personas que pueden construir baños como este son capaces de cualquier cosa». Está claro que ninguna de estas versiones puede explicarse en términos puramente utilitarios: una cierta percepción ideológica de cómo el sujeto debe relacionarse con el desagradable excremento que proviene de nuestro cuerpo, es claramente discernible en él; nuevamente, “la verdad está ahí fuera”.

Hegel fue uno de los primeros en interpretar que la tríada geográfica de Alemania-Francia-Inglaterra expresaba tres actitudes existenciales diferentes: minuciosidad reflexiva alemana, precipitación revolucionaria francesa, pragmatismo utilitario moderado inglés; En términos de postura política, esta tríada puede leerse como conservadurismo alemán, radicalismo revolucionario francés y liberalismo moderado inglés; En términos del predominio de una de las esferas de la vida social, es la metafísica y la poesía alemanas versus la política francesa y la economía inglesa…

La referencia a los inodoros nos permite no solo discernir la misma tríada en el dominio más íntimo de efectuar la función excremental, sino también generar el mecanismo subyacente de esta tríada en las tres actitudes diferentes hacia el exceso excremental: fascinación contemplativa ambigua; el intento apresurado de deshacerse del desagradable exceso lo más rápido posible; el enfoque pragmático para tratar el exceso como un objeto ordinario que debe eliminarse de manera adecuada. Por lo tanto, es fácil para un académico afirmar en una mesa redonda que vivimos en un universo postideológico: en el momento en que visita el baño después de la acalorada discusión, nuevamente está profundamente inmerso en la ideología. La inversión ideológica de tales referencias a la utilidad está probada por su carácter dialógico: el inodoro estadounidense adquiere su significado solo a través de su relación diferencial con los inodoros franceses y alemanes. Tenemos una gran cantidad de tipos de inodoros porque hay un exceso traumático que cada uno de ellos trata de acomodar: según Lacan, una de las características que distingue al hombre de los animales es precisamente que, con los humanos, la eliminación de la mierda se convierte en un problema. Y, para alcanzar un dominio aún más íntimo, ¿no encontramos el mismo triángulo semiótico en los tres peinados principales del vello púbico del órgano sexual femenino? El vello púbico salvajemente crecido y descuidado indica la actitud hippy de la espontaneidad natural; los yuppies prefieren el procedimiento disciplinario de un jardín francés (uno se afeita el cabello en ambos lados cerca de las piernas, de modo que todo lo que queda es una banda estrecha en el medio con una línea de afeitado bien definida); En la actitud punk, la vagina está completamente afeitada y provista de anillos (generalmente unidos a un clítoris perforado): ¿No es esta otra versión del triángulo semiótico levistraussiano de cabello salvaje “crudo”, cabello “horneado” bien cuidado y el pelo “hervido” afeitado? Uno puede ver cómo incluso la actitud más íntima hacia el cuerpo se usa para hacer una declaración ideológica.

*SLAVOJ ŽIŽEK