Mi terapeuta me dice que agile
Que agite el verso dormido y saque lustre a la inquina
Me dice que escriba
Que tache, que trabe, destrabe y persista
Mi terapeuta es enjuta, escasa
De cuerpo ventrudo y pecho de tabla
Me dice, desdice, se contradice y… ¡ras!
Baja al renglón siguiente
¡Pero vaya niña impertinente!
Se ponen las uñas blancas
De tanto apretar contra mí las palabras
¡Pero vaya muchacha insolente!
De tanto aguantarme la rabia
Desde el otro lado del muro
Mi terapeuta me dicta silencio, distancia
Espacio entre cada punzada
Espacio entre cada picada
Espacio entre bocanadas
Espacio para que no me aturulle
Para que deje correr lo que dentro fluye
A veces me sueño con ella
Su busto seco, su despeluje
Su cadera escurrida, su mandíbula prominente
Y en un sobresalto despierto
Caigo de bruces y hago frente a la réplica de un reflejo
Que me devuelve una realidad inclemente
Una verdad que no atisbo, que no guipo
Que no quiero aceptar
Mi terapeuta tiene las articulaciones laxas
De tanto estirar hacia mí las palabras
Su forma es la de esta muñeca que baila
Su pulso, el de este corazón con tembleque
Mi terapeuta me corrige las faltas
Me espolea el ánimo
Me inflige constancia
Y grita desde el otro lado del diván
¡Venga, muchacha, que tienes mucho potencial!
Y yo que ya no distingo qué forma, qué culpa, qué sed
Qué excusa me corresponde
Ya no sé si es ella, o yo, o… ¿qué quieres de mí?
¿Qué sombra?, ¿qué embrujo, ¿qué me has hecho?
¡Con la punta de ese lápiz me estás quemando el pecho!
Yo que ya veo inútil siquiera chistar
La dejo hacer, salto de una vez al ruedo y me pongo a jugar.
NOELIA C. BUENO